Luis Miguel Bermúdez estuvo nominado el año pasado al Global Teacher Prize. Incluso quedó entre los mejores 10 maestros del mundo. Su pedagogía de educación sexual es ampliamente reconocida como un caso de éxito en la reducción de embarazos adolescentes en Bogotá.
tomado de Revista semana : https://bit.ly/2UOMd0B
“En este barrio ponerse la P de planificar era ponerse la P de puta. Así incluso me lo dijo una niña”, cuenta Luis Miguel Bermúdez, resumiendo lo que era el grave problema de educación sexual en el colegio Gerardo Paredes.
Bermúdez llegó a la escuela en 2010 y se encontró con esa problemática. Estaba haciendo un doctorado en Educación, y tuvo la ‘epifanía’ de hacer su tesis doctoral sobre eso: las diferentes violencias de género que replican los roles tradicionales de machismo y feminidad, donde no se habla de sexo con las niñas por el miedo social a que pierdan la virginidad y se empuja a los niños a que tengan relaciones sexuales heterosexuales tempranas por el miedo social a que ‘resulten’ homosexuales.
“En nuestro modelo tradicional de construir una feminidad hegemónica se les niega la sexualidad. Entonces planificar significa expresar públicamente que ya es sexualmente activa, y eso le va a implicar señalamiento y exclusión desde su ámbito familiar al escolar”, explica el profesor.
“La sociedad cree que entre menos información tenga de los derechos sexuales y reproductivos, más protegida va a estar de tener relaciones sexuales. Y resulta que no”, agrega.
También sucedía otro tipo de violencia con los niños. A uno de sus estudiantes, cuenta Bermúdez, le hacían bullying y lo tildaron de homosexual por haber jugado en sexto un juego, ‘cauchito’, similar a saltar lazo y considerado ‘de niñas’.
La solución: en octavo embarazó a una compañera. Nunca más lo tildaron de gay, naturalmente.
Empoderar a los alumnosPor esas dinámicas negativas, Bermúdez ideó un currículo de educación sexual para hablarles de frente sobre sexualidad a los estudiantes. Sin tapujos; que investiguen métodos anticonceptivos, que aprendan a abrir un condón en clase, que hablen de sus experiencias y dudas sexuales.
“Dejamos hablar al estudiante, que él mismo construyera el currículo con nosotros. Entonces ellos nos dan claves para que sea exitoso”, dice el profesor.
Empezó por cambiar los imaginarios machismo, feminidades, masculinidades de los estudiantes. “¿Para qué vamos a enseñarles métodos anticonceptivos si igual no los van a usar por su bagaje cultural?”, señala. Si estudiaste en una cultura donde una mujer que planifica es una empoderada, pues funciona perfecto, pero si estás en una cultura donde la que lo hace es considerada contraria a la virtud, pues no va a haber planificación”, le dijo a Semana Rural.
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